“El espacio es tiempo cristalizado”, tal y como insinúa Manuel Castells en La ciudad informacional (1995).En los últimos años estamos asistiendo a una nueva forma de emisión y formato del ocio. Desde los balcones de Nápoles los habitantes graban videos con el teléfono móvil a los vecinos que, espontáneamente y desde su confinamiento, ponen en práctica la experiencia musical adquirida hasta entonces. Con fines altruistas, los autores regalan tiempo y tekné a quienes alcanzan los decibelios de su instrumento acústico o el último amplificador de sonido comprado (también con anterioridad al confinamiento), las únicas personas con las que pueden tener contacto real, aún a más de un metro y medio de distancia, fuera de sus hogares.
Sonoro es también el aplauso a los sanitarios, práctica extendida a múltiples países, con una recepción muy diferente en cada uno de ellos, pues en algunos no ha sido bien recibida al no poder traducirse a medios materiales ni directamente intercambiables. Esta iniciativa, reconoce mediante algo que la gran parte del mundo sabe hacer (dar palmadas) el trabajo de los profesionales que continúan trabajando y salvando vidas en este estado de alarma.
Un tercer tipo de sonido, quizá más planificado, es la fusión de varios formatos para dar lugar a un vídeo sonoro o música grabada con la intención de hacerse “viral”, término que hace referencia a la facilidad con la que se transmite el vídeo en las redes sociales. De este tercer tipo, podemos observar dos vertientes, curiosamente retroalimentadas entre sí. La primera, es el vídeo o grabación musical a menor escala, elaborado con medios escasos y por un grupo reducido de personas. La otra vertiente sería confeccionada por un equipo de producción encargado de pormenorizar cada una de las partes e intervenciones de su vídeo musical aún en período de pandemia. Sus protagonistas en este caso son generalmente personas conocidas y profesionales que colaboran juntos y cuya recaudación, mediante visitas de Youtube, irá destinada a la causa más importante, relacionada con el momento de su nacimiento. Actualmente: material sanitario para cuidar a los enfermos contagiados. Una apología a la medicina y a la ciencia realizada por personas que hasta la fecha han tenido sueldos más altos que cualquiera de los médicos e investigadores a los que ahora apoyan. Este vídeo musical, más comercial, trata de recoger la supuesta espontaneidad del que desde su casa graba únicamente con sus propios medios. Mediante este tipo de referencias, el vídeo musical más comercial en tiempos de pandemia asegura un carisma hacia su público potencial y aumenta su “viralidad” en un formato que el productor podría mantener sin problema en el caso de que dentro de la estrategia empresarial estuviera la exportación a otros países.
Así como el cantautor con menos medios en ocasiones sirve como inspiración para quien sí los tiene, el sonido también se pone al servicio de la imagen, tal y como han evolucionado los medios hasta la actualidad. Según Bresson (“Une image n’évoque jamais un son, un son évoque toujours une image”), sería la música la encargada de evocar a las imágenes y no viceversa. Es el sonidista quien, como dice el director francés Vincent Pinel, “en son domaine doit dégrossir la matière brute, la tailler, la modeler, la rendre signifiante” (“en su campo, debe perfilar la materia prima, cortarla, darle forma, hacerla significativa”). Sin embargo, el director de cine francés, reconoce la supeditación actual del sonido a la imagen, no siempre favorecedora para la imaginación del espectador, ya que el imperio de la imagen concretiza y determina a la imaginación que la música nos provoca.
La globalización tiene efectos devastadores si ésta significa una pérdida de la diversidad a favor de una homogeneización cultural. Sandie Holguín, en República de ciudadanos (2002) relata la “creación de una aquiescencia a través de la cultura» en la España Republicana de 1931, cuando la idea de las macrogranjas que exportan carne porcina desde una pequeña parte de un país a todo el mundo todavía era muy lejana. Durante el período republicano, los diputados en Cortes procedentes de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) vinculaban “mano a mano” (hago referencia al título del disco que el compositor fallecido por coronavirus Luís Eduardo Aute grabó con Silvio Rodríguez) el auge económico al cultural.
En los años posteriores a la Guerra Fría hemos asistido a una hiperglobalización así como a la creación de instituciones a nivel supraestatal y mundial cuya voz supera el poder de cualquier iniciativa nacional. Es más, el Congreso sobre Comercio y Desarrollo de la ONU reconoce que las “actividades económicas, las que anteriormente estaban sujetas solamente al control nacional, se han puesto también bajo el mando común de las empresas multinacionales” (Herman y McChesney, 1997).
A modo de conclusión y de propuesta unificada para defender una tendencia a la democratización de los medios de comunicación tras la vuelta a la “normalidad” después de la situación actual de pandemia y citando a Ramón Zallo, en el libro de Enrique Bustamante, Comunicación y cultura en la era digital «Los análisis por fuerza se suelen hacer desde algún referente. Los utilizados aquí se remiten a varias vertientes: la democracia cultural; la concepción de la cultura como derecho cívico y social básico; la dignificación de los servicios públicos; el impulso a la creatividad de los actores sociales; el estímulo de la integración cultural o multicultural y de una vida cultural intensas; la descentralización de las comunicaciones; la promoción de las culturas minoritarias; la fluidez comunicativa entre culturas; la limitación a los procesos de concentración de capital; la autonomía de los creadores y comunicadores; la autoorganización de los usuarios de la comunicación; la expresión regular de los disensos y de la diversidad cultural social; la diferenciación entre servicio público y brazo informativo del Estado; la consideración del sector cultural como un sector estratégico; la transferencia y experimentación con tecnologías dúctiles; la educación social en el uso funcional de las nuevas tecnologías. (…) Desde este enfoque se requieren acciones y políticas culturales activas que puedan ir en múltiples direcciones».